Jóvenes trasplantados en el Garrahan representarán a la Argentina en Juegos Mundiales de Australia

Jóvenes deportistas trasplantados en el Hospital Garrahan representarán a la Argentina en la edición número 24 de los Juegos Mundiales de Trasplantados de Australia que se realizará entre el 15 y el 21 de abril con el objetivo de promover la donación de órganos, tejidos y sangre, informaron desde el hospital en vísperas del Día Mundial de la Actividad Física que se celebrará mañana.

Del certamen, que tendrá lugar en la capital australiana Perth, participarán alrededor de 3.500 competidores de más de 50 países en 14 disciplinas deportivas.

Entre los participantes, estará Mateo Cócaro (17) quien hace 9 años recibió la donación de médula ósea y fue trasplantado en el Garrahan.

El joven tenía siete años cuando le diagnosticaron «aplasia medular severa», contaron en un comunicado difundido por el Garrahan.

El trasplante de médula ósea fue «la mejor opción terapéutica para su tratamiento», aseguraron.

«Lo que nadie pensaba era que, además de una nueva oportunidad de vida, sería el inicio de una trayectoria como deportista que ya incluye dos mundiales, tres medallas de oro y lo llevará a competir en los Juegos Mundiales de Trasplantados en Australia», precisaron.

Cócaro, que recibió el trasplante dos años después de su diagnóstico, competirá en natación y será una de las dos personas tratadas en este hospital que participarán.

Según detalló el Garrahan, el padre de Mateo, recordó sobre ese momento que el propio niño había pedido conocer el lugar donde luego pasaría 30 días internado, y que su otro hijo, Juan, fue quien donó la médula ósea que «cambió la vida de su hermano».

«El trasplante de médula ósea es, en muchos casos, el único tratamiento para pacientes con enfermedades hematológicas, errores metabólicos o déficits inmunológicos, entre otras», explicó la jefa del servicio de Trasplante de Médula Ósea del Garrahan, Raquel Staciuk.

En el procedimiento se infunden células madre sanas para que la o el paciente vuelva a producir células sanguíneas propias, proceso que tarda dos o tres meses, añadieron.

«Donás vida en vida», sintetizó la experta.

Mateo hace deporte desde su niñez y su enfermedad fue solo «una pausa», señalaron desde la institución.

«Siempre supe que iba a volver a hacer deporte. Y hay que animarse, porque después del trasplante se puede. Tuve la suerte de que en el Hospital Garrahan me brindaron todo para salir adelante y el equipo de salud hizo todo lo que tenía a su alcance para ayudarme», expresó el adolescente.

Luego del trasplante y la recuperación, empezó a hacer ejercicios físicos y, como es habitual en estos casos, recibió la ayuda de los creadores del Programa de Actividad Física para Niñxs y Adolescentes con Garra (Pafinaga), Ezequiel Correas Espeche y Carlos Lirio, que acompaña a pacientes trasplantados en la práctica deportiva.

«La actividad física cumple una función terapéutica en las y los pacientes. En la adolescencia, la adherencia al tratamiento es baja y aún más en chicxs trasplantadxs. Por eso, el deporte se convierte en una herramienta que los ayuda a mantener la constancia en los cuidados y a revincularse socialmente, en estos casos con pares que pasaron por situaciones similares», explicaron desde el Garrahan.

Además del proceso terapéutico sostenido desde el Garrahan, el joven deportista podrá viajar gracias al apoyo de la Secretaría de Deportes, la Fundación Pediátrica Argentina y UPCN.

«A todos los chicos que estén pasando por una situación similar les recomiendo hacer deporte. A mí me ayudó mucho para la salud física y la salud mental», destacó Cócaro.

A su vez, el otro ex paciente del Garrahan que competirá en Australia, será Julián Gómez (23), quien fue trasplantado renal en 2010 en el hospital y destacó el acompañamiento del Garrahan durante todo su tratamiento.

«Desde el primer día me mantuvieron al tanto de cada detalle de la enfermedad, qué medicamentos tenía que tomar y cómo cuidarme. Estuvieron siempre a disposición», resaltó.

El Garrahan, además, fue facilitador para que continúe el tratamiento en Santa Fe, su provincia de origen: «Permanecieron comunicados mientras hacía la transferencia a un hospital de adultos. Además, a través de Pafinaga, me consiguieron un entrenador y empecé a competir», recordó y contó que en la actualidad trabaja, estudia y tiene «una vida sana».

«El deporte para mí significa mucho. Hizo que no me sienta distinto a otras personas, podía hacer lo mismo que otros chicos. Me ayudó a distraerme y estar más pendiente de las competencias que de los resultados de los estudios», concluyó.