El Boing 787 usa aceite usado, grasas animales y otros combustibles poco ortodoxos. Los ecologistas se preguntan si los combustibles alternativos son realmente sostenibles
Este martes, un avión Boing 787 con capacidad para 274 pasajeros cruzó el Océano Atlántico propulsado por una mezcla de aceite de cocina usado, grasas animales y otros combustibles poco ortodoxos. Partió desde el aeropuerto londinense de Heathrow con destino a Nueva York, en un vuelo que la industria de la aviación celebró como un «hito» en su complejo y controversial impulso hacia la descarbonización.
Virgin Atlantic se convirtió en la primera aerolínea comercial que realiza un vuelo de larga distancia totalmente propulsado por los llamados combustibles de aviación sostenibles (SAF), que emiten menos carbono a lo largo de su ciclo de vida que el combustible de aviación tradicional.
Aunque el tubo de escape del avión seguía emitiendo la misma cantidad de CO₂ que el combustible de aviación normal, se esperaba que las emisiones netas del vuelo realizado con productos residuales fueran aproximadamente un 70% inferiores a las de un viaje normal sobre el Atlántico norte con combustible fósil extraído del suelo.
Sir Richard Branson, cofundador de Virgin Atlantic, que iba a bordo del vuelo, declaró que, aunque se creía imposible que un avión pudiera cruzar el Atlántico con combustibles sostenibles, «hoy esperamos demostrar que eso estaba equivocado», y añadió que aún quedaba mucho trabajo por hacer.
En vista de los avances tecnológicos, como los vuelos propulsados por hidrógeno o electricidad, la industria apuesta por el uso de nuevos combustibles para alcanzar su compromiso de llegar a cero en 2050, al tiempo que continúa su crecimiento en las próximas décadas.
¿Estos combustibles ecológicos son una alternativa sostenible a largo plazo?
Los ecologistas y algunos científicos pusieron en duda que estos combustibles alternativos sean realmente sostenibles, argumentando que volar menos es la única forma de reducir realmente las emisiones.
Algunos también advirtieron que estos vuelos publicitarios distraen la atención de los problemas a los que se enfrenta la descarbonización de la aviación, ya que la industria se centra en crecer las próximas décadas. En la actualidad, el SAF representa menos del 0,1% del volumen mundial de combustible para aviones.
La aviación es responsable de cerca del 5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y el sector se enfrenta a la difícil tarea de abandonar los combustibles fósiles que alimentan los motores a reacción.
Otras fuentes de combustibles sostenibles que se están explorando son la biomasa, que absorbió CO₂ cuando estaba viva, mientras que, a largo plazo, la industria espera ampliar la tecnología incipiente para crear combustible más limpio combinando CO2 procedente del aire con hidrógeno verde, utilizando electricidad renovable. Todos estos combustibles son mucho más caros que el kerosene.
«La idea de que se trata de un acontecimiento histórico que va a revolucionar la aviación es claramente falsa», declaró Tim Johnson, director de la Aviation Environment Federation, un grupo de campaña.
«La inmensa mayoría de las emisiones de la aviación seguirán con kerosene en un futuro previsible», afirmó.
Y asimismo, Johnson puso en duda que muchas de las actuales materias primas utilizadas en los SAF fueran realmente sostenibles, señalando su preocupación por el uso del suelo para cultivos, la escalabilidad de materiales como las grasas animales o los aceites usados, y la cantidad de energía renovable necesaria en la producción de los combustibles más limpios.